Recién levantado,en la otoñal mañana,me sorprende la luz entrando por la ventana,pero no es la luz de siempre,no.
Es otra luz,un tanto velada,como desvaída,gris y plomiza,alejada de la colorida luz primaveral,cargada de mil promesas.
Esta luz matinal otoñal,que parece pesar como una losa,se pega y empapa las paredes y el techo de mi cuarto,dándole una apariencia irreal;como salida de una película de Hitchcok,donde los estridentes gritos de los pájaros,mudan en los estridentes gritos del vecindario,llamándose a voces unos a otros,por las ventanas.
En fin,que de alegre despertar,nada; y en su lugar,un despertar lento,pausado,y un tanto malhumorado,toma forma en mi.
Me levanto y tras prepararme un café caliente,tras la mesa de la cocina,contemplo la calle a por la ventana,a través de los visillos,para ver,otro día mas,un paisaje,el mismo de siempre,solo que hoy,de un pálido y plomizo color gris.
Añoro los días de verano,con su solecito,su calorcito y su color,pero,es lo que toca,así que saco pecho y avante,avante.
Ya no hay pájaros cantando en los arboles,ni tampoco niños en las calles.
Un pescadero ambulante,da vueltas alrededor de su furgón isotermo,en espera del cliente que no llega,y entretanto,el panadero pasa,haciendo sonar su estruendosa bocina.
La mañana,está servida.
Ahora sólo resta tomarla...ó dejarla pasar,y eso...no puede ser de ningún modo;así que he de ponerme a funcionar,pues es sabido que el agua corriente,nunca pasa dos veces...por el mismo sitio.
Y aguardando días mas...soleados,inicio mi singladura de una nueva jornada,ni mejor ni peor que cualquier otra,pero...otra jornada a fin de cuentas...
(Jota jota)
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