LOS DESPOJOS DE UN POEMA MALDITO
(O lo que siempre quise decir pero no dije)
La cita de hoy:
"Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema."
(Leopoldo María Panero"
No soy el profeta que salió de la tormenta,
ni el patriarca que descendió de la montaña
con las tablas de la maldición eterna.
Tampoco quiero ser un ejemplo para nadie pues no fui bueno,
aunque lo intenté con las pocas fuerzas que tenía.
Mas de mi herida alma que los pájaros fueron picoteando sin piedad,
haciendo mella en mi carne y en mi mente hoy sangrante,
que quiere dejar salir de sus oscuros entresijos,
gritos sordos, que salidos de mi cerebro enfermo
van construyendo con sus letras una obra irreverentemente retorcida.
Porque yo soy uno, pero soy y seré para siempre,
una muestra; un botón para quienes como yo pretenden salir
del cuadriculado papel que constituye la indeseada vida
a la que fuimos arrojados por el desdén; por el deseo
o por el olvido de otros, quienes por desgracia
no quisieron olvidarnos del todo, haciendo desde el mas allá
resonar el eco de sus palabras en el vacío de nuestro cráneo
y cuya maldición eterna hecha ya latente
murmullo mil veces repetido, toma la forma
de una losa de mármol mortuoria que pesa y pesará
eternamente sobre nuestras cabezas, hasta que logremos,
a fuerza de golpes de martillo, abrir un hueco en alguna esquina
por el que conservamos labesperanza de penetrar
en el prohibido paraíso no terrenal, entre la luna y las estrellas
que confabuladas entre sí, se reflejan en nuestros entreabiertos ojos,
que miran al espacio; que miran a la nada, donde nada hallarán,
porque nada hay, salvo la soledad maldita de una perdida vida
que ya ni es vida,porque también es la nada.
Y flotando en esa nada; solitario; acompañado sólamente
por los despojos que los fantasmas no lograron canibalizar,
de todos los cuerpos que tocaron con su sucio dedo inquisidor,
y que se deslizan lentamente a mi lado sin decir nada,
callados como muertos que ya son desde hace años,
mas gritándo como locos sus míseras desgracias que rebotan
entre las oquedades de mi mente, formando ensordecedoras
algarabías que duelen en mi ser como martillazos asesinos,
amenazando con desplazar mi cerebro a un lado para
que la gris materia que compone mis ieeas,
se me salga a chorros desaforados por las sordas orejas.
Y entre esa soledad voy vagando, sobresaltado por las olas que vienen
y se van, movidas por el soplo del deseo de dejarlo todo atrás
y de desaparecer de la existencia; de la mente de todos.
Borrando con el fuego eterno del averno al que estoy abocado,
todo atisbo de recuerdo, de palabra buena o mala sobre de mí.
Acerca de lo que soy; de lo que fuí o de lo que no pude ser.
Y mientras, para aliviar la sed de soledad que me embarga,
bebo de las fuentes ponzoñosas de la vida, que me retuercen
las tripas a modo de maléfica pócima cargada de venenos y de
muertes que nunca lo son, persiguiendo incansable
el punto y coma de una vida, que irremediablemente se dirige
hacia su punto y final.
No me llorarán bajo los pies de ningún santo ni tampoco
bajo los del crucificado absurdo que defendió una idea
tal vez demasiado brusca e indomable para ser entendida;
para ser aceptada por la mente de quienes me arrastraron
con sus palabras; con sus actos; con sus dimes y diretes,
que hicieron carne en mi hasta brotar la sangre por mis ojos
que ya nunca volverán a llorar por no poder refugiarse bajo
el sacro santo manto de una virgen que ya no lo era,
y que resultó ser una prostituta de saldo y de esquina
maquillada para tratar de ocultar su verdadero rostro
que es de forma retorcida el rostro de la muerte dicho
de mil formas distintas; estirado hasta el infinito para terminar
convergiendo en una misma palabra maldita para todos
excepto para mí; la palabra fin; la palabra muerte.
© (J.J 2025) Reservados todos los derechos.